Hoy rememoramos a las víctimas del Holocausto, uno de los eventos  más trágicos y vergonzosos en la historia de la humanidad.

Cuando hablamos del Holocausto, no nos referimos solo a la comunidad judía, sin duda la más agraviada por la tragedia, sino además de las comunidades gitanas. Las y los Testigos de Jehová, los socialistas, comunistas aniquilados por la barbarie autoritaria; las personas lesbianas y homosexuales perseguidos, y en general de todas aquellas personas que fueron perseguidas por los fascismos y sus absurdas y criminales políticas de supremacía racial y “limpieza social”, basada en la ignorancia y el odio.

La evidencia, los testimonios y juicios internacionales sobre lo ocurrido durante el Holocausto, impulsaron el desarrollo del actual sistema internacional de los derechos humanos, con el fin de evitar que una tragedia de esa magnitud nunca más vuelva a ocurrir.

Referencias como La Carta de las Naciones Unidas y la Declaración Universal de los Derechos Humanos han sentado las bases de los principios democráticos de las sociedades modernas, con los que México está, hoy más que nunca, comprometido.

Sin duda, se ha avanzado mucho desde entonces en el andamiaje internacional y nacional para la protección a los derechos humanos. Sin embargo, la realidad nos demuestra cada día, que enfrentamos grandes retos para lograr que todas las personas puedan ejercer sus derechos y libertades en condiciones de igualdad.

Más cuando nuestros días registran el acceso de movimientos políticos radicales de corte fascista, ultranacionalista, racista y xenofóbicos a nivel internacional, que constituyen una amenaza para los derechos humanos, los procesos de desarrollo y la constricción de sociedades igualitarias y democráticas.

Por ello, es indispensable fortalecer las políticas públicas y el quehacer de la sociedad para la protección y promoción de los derechos humanos. La exclusión, desigualdad social y la discriminación son realidades recurrentes, ante las que no podemos ser complacientes ni minimizar sus riesgos.

Los grupos históricamente discriminados siguen enfrentando serios obstáculos para el goce efectivo de sus derechos, y muchas de esas restricciones se suelen justificar con la indiferencia institucional o con prejuicios y expresiones de intolerancia y odio de una sociedad en la que anida aun una cultura discriminatoria.

Como lo hemos presenciado recientemente, ante el arribo de las “caravanas migrantes” a nuestro país, donde en varias regiones del país,  se han registrado manifestaciones y discurso de odio, racismo e intolerancia contra las personas migrantes y refugiadas.

Estas expresiones son un llamado de atención urgente para el Gobierno de México, y para la sociedad en su conjunto, sobre los prejuicios que prevalecen en el imaginario social e institucional, que se traducen en prácticas discriminatorias y de violencia.

Cuando en verdad las personas migrantes y refugiadas, son personas igual que nosotros que gozan de los mismos derechos y libertades, y que además, ofrecen grandes oportunidades para nuestro país.

México ha abierto sus puertas, en diversos momentos de su historia, a diversos grupos que han buscado refugio y protección. Muchas de ellas y ellos judíos que hicieron sus vidas en este país y lo han enriquecido de múltiples maneras con sus conocimientos y experiencia.

La ciencia, el arte, la academia y otros ámbitos centrales de la cultura nacional.

El Gobierno de México asume y reconoce la deuda histórica que tenemos como país con los grupos históricamente discriminados. Por eso hoy, nuestras políticas públicas colocan a estas personas en nuestra prioridad.

La secretaría de Gobernación, ha asumido plenamente este mandato y ha puesto en la dignidad humana y los derechos humanos de todas las personas en el eje rector de sus acciones, en especial las relacionadas con las víctimas de violaciones graves a derechos humanos y con las personas migrantes y refugiadas.

Quiero agradecer la generosidad de la comunidad judía por abrir las puertas de este Museo Memoria y Tolerancia, no solo para compartir el recuerdo de quienes vivieron al Holocausto, sino para dar testimonio de otros grupos que han vivido persecución, exilio y exterminio.

Hoy más que nunca frente a los embates crecientes de la desigualdad y el odio, resulta urgente rescatar la memoria del Holocausto.

Su memoria nos ayuda a combatir todas las formas de discriminación e intolerancia, y a construir un futuro incluyente, de donde todas las personas puedan disfrutar plenamente de sus derechos, sin distinción de su origen nacional o étnico; sus convicciones fisiológicas, políticas o religiosas, su condición de género u orientación sexual o su lengua.

 

By |2019-01-28T20:12:44+00:00January 28th, 2019|home, Subsecretario|