El Padre Concha
Alejandro Encinas Rodríguez
La semana pasada falleció el Padre Miguel Concha Malo, incansable defensor de los derechos humanos, hombre comprometido con las causas de los pobres y con innumerables movimientos sociales por la justicia social, actuando siempre de manera incluyente y participativa.
El Padre Cocha fue un hombre apasionado por conjugar el conocimiento con la acción. Estudioso de la teología en México, Italia y Francia, su espíritu crítico, bajo la convicción de que no hay mejor ejemplo que el hacer, lo acercó a la teología de la liberación en una época crucial de las luchas latinoamericanas. Profesor universitario. Desde los años 70 participó en diversos medios de comunicación edificando una plataforma pedagógica de opiniones firmes y sin concesión.
Participó en la Pastoral Social del Sur junto con Samuel Ruiz, Sergio Méndez Arceo, entre otros sacerdotes convencidos de imprimir una orientación social a la misión pastoral en la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en 1968. Su orden religiosa lo nombró promotor de justicia y de paz para la región de México y Centroamérica; lo que le permitió vivir de cerca la revolución sandinista en Nicaragua y la guerra en El Salvador.
Miguel Concha fue un actor clave en los años de represión política contra los miembros de la teología de la liberación, como sucedió en 1976 con el homicidio de Orlando Letelier y Ronnie Moffitt, por órdenes de Augusto Pinochet, y en 1980, cuando Oscar Arnulfo Romero fue asesinado oficiando misa en San Salvado, año en que su orden religiosa cobijó a los miembros del Socorro Jurídico Cristiano de El Salvador, espacio Jesuita que acompañó a víctimas de violaciones a derechos humanos en el contexto de la dictadura y la guerrilla en dicho país.
En este escenario fortaleció su trabajo por la justicia social, la construcción de la paz con dignidad y la educación popular. Fundó el Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, formando parte de grupos académicos y religiosos, que puso atención a la situación de los pueblos indígenas, en los jóvenes y en la construcción de una sociedad plural e incluyente. Miembro fundador de la Academia Mexicana de Derechos Humanos, junto con Rodolfo Stavenhagen, con quien trabajo en la creación, en 1989, de la CNDH.
El padre Concha acompañó el trabajo de Samuel Ruiz en Chiapas y fue un pilar para entablar el diálogo para la paz con el EZLN. Referente imprescindible para la formación política de los derechos humanos de jóvenes universitarios, en quienes sembró un profundo compromiso organizativo y solidario, pues no creía en el deber desde el puritanismo discursivo, sino en función del deber ser.
Don Miguel participó activamente en la construcción de una sociedad justa, sin temor a dialogar con la administración pública. En 2016 formó parte del grupo redactor de la Constitución de la Ciudad de México, contribuyendo a garantizar el acceso de toda persona a mecanismos de exigibilidad y justiciabilidad para demandar el ejercicio de sus derechos humanos, defendiendo sus preceptos en las impugnaciones que promovió el oficialismo de entonces y los sectores conservadores. Como integrante de la Asamblea Consultiva del CONAPRED, contribuyó a la conformación de una política pública contra la discriminación, el racismo, la xenofobia, y la exclusión.
Miguel Concha, es un referente indiscutible en la lucha por la justicia para consolidar la paz y la reconciliación en México. Como escribió en un artículo el 8 de octubre del 2022: “un país con tantos desafíos requiere urgentemente de personas funcionarias éticas, humildes y comprometidas con los derechos humanos, que con su trabajo cotidiano contribuyan a transformaciones verdaderas, sostenibles y necesarias, que encaminen procesos de paz, verdad y justicia… sigamos haciendo acciones creativas a favor de la paz con justicia y dignidad, sumando aportes diversos, frescos y novedosos para hacer de la función pública una labor digna y empeñada con los derechos humanos”.
Estoy convencido de que las generaciones de defensores de derechos humanos que formó a lo largo de décadas, así como cientos de mexicanas y mexicanos comprometidos, continuaran su ejemplo y su lucha. Puede descansar en paz. (Subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración)