La violencia penetró en los hogares
Alejandro Encinas Rodríguez
El deterioro de la vida pública a lo largo de las últimas décadas alcanzó todos los rincones de nuestra sociedad, incluso a las familias, afectando en particular a las mujeres, las niñas, niños y adolescentes.
El debilitamiento de la estructura familiar, de la escuela, la iglesia y otras instituciones sociales ha traído consigo que, los referentes tradicionales de identidad se han desdibujado. La violencia intrafamiliar alcanza niveles alarmantes. Cada día se asesina en promedio a nueve mujeres; cerca del 20% de los delitos se asocian a lesiones contra menores de edad. En 2018 se registraron 2 mil 908 homicidios de niñas y niños, 3 mil 200 de mujeres, de los cuales 894 fueron feminicidios. Hasta abril del presente año se han cometido 294 crímenes de odio contra la mujer.
Muestra del deterioro de nuestras formas de convivencia familiar y comunitaria son los resultados de la Encuesta Nacional de Inegi sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2016, que evalúa la dinámica de las relaciones que mantienen las mujeres con las personas que integran sus hogares, así como los vínculos que establecen en los centros educativos, laborales y en el espacio público.
En México viven 46.5 millones de mujeres de 15 años y más, de las cuales, 30.7 millones (66%) han padecido al menos un incidente de violencia.
El principal espacio de violencia contra las mujeres se ubica en la relación de pareja y familiar, siendo el principal agresor el esposo, la pareja, el novio, el padre o sus hermanos. El 44% de las mujeres que tienen o tuvieron una relación han sido agredidas por su pareja en algún momento de su vida marital o en el noviazgo.
El segundo ámbito de mayor violencia es el comunitario: la calle, el parque y el transporte, donde 39% de ellas fueron víctimas de actos de violencia por parte de desconocidos, sobre todo de índole sexual, y va desde frases ofensivas, al abuso sexual.
Los actos de violencia más frecuentes son la violencia sexual, que ha sufrido 34% de las mujeres de 15 años y más, ya sea por intimidación, acoso, abuso o violación.
De las mujeres que han asistido a la escuela, 25% enfrentaron violencia. Las más frecuentes fueron agresiones físicas y sexuales dentro las instalaciones escolares.
Del total de agresiones ocurridas en la escuela, el 38% fueron de índole sexual; 34% psico-emocionales y el 28% físicas. Los principales agresores fueron sus propios compañeros, compañeras y maestros.
27 de cada 100 mujeres que trabajan han experimentado algún acto violento, principalmente de tipo sexual y de discriminación, por razones de género o por embarazo. El tipo de violencia más frecuente en el trabajo es la discriminación, las agresiones sexuales y las de tipo emocional como las humillaciones, degradación e intimidación. Los agresores más frecuentes son el o la compañera de trabajo y el patrón, y ocurren principalmente en el centro de trabajo.
La violencia familiar ocurre principalmente en su casa o en la casa de algún familiar. La violencia física o sexual ejercida por su pareja ha dejado consecuencias emocionales con serias repercusiones en la integridad emocional y física de las mujeres, 8% de ellas ha pensado en suicidarse y el 3.4% lo ha intentado.
9.4% de las mujeres de 15 años y más (4.4 millones) sufrieron abuso sexual durante su infancia. Los principales agresores son: tíos y primos (42%); conocidos (16%); desconocidos (11.5%); padre o hermanos (13.5%); padrastro o madrastra (6%); abuelos o madre (4.5%).
Encarar y superar esta circunstancia exige, además de la acción del Estado contra la violencia y la impunidad, de un esfuerzo social que transforme nuestras formas de convivencia, respeto y tolerancia, empezando desde los núcleos familiares. (Subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración)