El incierto futuro de la Conago
Alejandro Encinas Rodríguez
En el mundo de la política al revés, el pasado 7 de septiembre, 10 gobernadores de distintas filiaciones partidarias, anunciaron su separación de la Conferencia Nacional de Gobernadores, en respuesta, afirman, al trato que reciben por parte del presidente de la República, así como por la inexistencia de fórmulas que permitieran una interacción efectiva con el gobierno federal.
Ello como secuela de la reunión celebrada en San Luis Potosí, en el mes de agosto, donde la mayor parte de los gobernadores que hoy se separan de ese espacio, demandaron una revisión del acuerdo de coordinación fiscal que permitiera disponer de mayores recursos federales a las entidades que representan, las que, de acuerdo con su dicho, suman el 32 por ciento del Producto Interno Bruto, aunque algunas de estas entidades dependen en sus ingresos en más del 90 por ciento de las participaciones federales.
La creación de la Conago, en julio de 2002, fue resultado de la iniciativa de diversos gobernadores, de manera destacada por el entonces mandatario de Tlaxcala, Alfonso Sánchez Anaya, para integrar las asociaciones de gobernadores del PRI, del PAN y del PRD, en un foro permanente, cuyo objetivo fundamental fuera fortalecer el federalismo mediante mecanismos democráticos, creando un espacio incluyente, abierto a todas las entidades, sin distinción de partidos políticos.
Se pretendía crear un espacio institucional para lograr un mayor equilibrio y mejor distribución de las potestades entre los órdenes de gobierno federal y estatal, a fin de fortalecer a las entidades federativas, confirmando su pertenencia al pacto federal, con el deber de impulsar un proceso de descentralización y fortalecimiento del federalismo.
Con la constitución de la Conago como asociación civil, se superó la restricción legal establecida en el artículo 117 constitucional, que establece que “los estados no podrán en ningún caso celebrar alianza, tratado, o coalición con otro estado ni con potencias extranjeras”, señalando que sus integrantes participan de manera voluntaria, en una relación entre pares, donde sus decisiones se adoptan por consenso.
Durante los primeros años de su existencia, la Conago buscó establecer una agenda de trabajo para alcanzar los objetivos planteados. De esta agenda emanó, por ejemplo, la convocatoria a la Convención Nacional Hacendaria, celebrada el 5 de febrero de 2004 en Juriquilla, Querétaro, donde se debatieron temas asociados a ingresos, gasto público, deuda pública, colaboración intergubernamental, fiscalización y rendición de cuentas, entre otros. Que permitió la suscripción de convenios para dar cumplimiento a las propuestas emanadas de dicha Convención.
Recuerdo que el 17 de julio de 2006, suscribimos el correspondiente al Distrito Federal con la Secretaría de Hacienda, del cual, pese a su generalidad, la mayor parte de sus cláusulas fueron desatendidas por los gobiernos federales subsiguientes.
Destaco este hecho, ya que tras el fracaso de la Convención Nacional Hacendaria, independientemente del activismo de distintos mandatarios estatales, la Conago fue minando sus objetivos originales, convirtiendo muchos de sus encuentros con el presidente de la República, en actos de peticionarios. En una sociedad de amigos del presidente.
La separación de estos gobernadores viene a debilitar un espacio que pretendía la coordinación y fortalecimiento de los gobiernos locales, que viene a dividir a incluso a los gobernadores con la misma filiación partidaria, alentando una confrontación más vinculada a la disputa electoral que se avecina, que a la legitima reivindicación del federalismo. (Subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración)