La Ciudad ya tiene Constitución
Alejandro Encinas Rodríguez
El día de ayer, 17 de septiembre de 2018, entró en vigor la Primera Constitución de la Ciudad de México. Debieron de transcurrir casi dos siglos tras el primer Congreso del México independiente en 1824, para que se reconociera a la Ciudad de México como una entidad de la federación y el derecho de los capitalinos a ejercer su soberanía.
Fueron años de intensos debates entre centralismo y federalismo; entre liberales y conservadores. La Ciudad de México siempre estuvo en medio del encono y de la disputa política a lo largo de estos 194 años, incluso desde el Primer Congreso del México independiente en 1824, en el que, aún y cuando ganó la visión federalista, el propio Fray Servando Teresa de Mier reconocía “proponíamos un gobierno federal en el nombre y centralizado en la realidad”.
La Constitución de 1857, abrogó el Supremo Poder Conservador instaurado por Antonio López de Santana. En sus debates, Francisco Zarco insistía en la importancia de dotar de autonomía a la Ciudad de México: “El Distrito quiere existir como existen los Estados y se le condena a un injusto pupilaje. Por fin un pueblo de 300 mil habitantes es sacrificado, humillado, ultrajado en odio a dos o tres diputados que en él encuentran hospitalidad, que tienen el enorme delito de vivir en la cuidad más ilustrada de la República y de haber defendido en ella los intereses y las libertades de los Estados”.
Durante el constituyente de 1917, Heriberto Jara defendía: “No sé por qué va a haber incompatibilidad entre los Poderes Federales y el Municipio, no hay por qué temer que exista un conflicto, existiría cuando hubiera alguna intransigencia de parte de los señores Munícipes, y cuando vieron la marcada tendencia de parte del Ejecutivo para invadir las funciones de la municipalidad”.
En 1928, a iniciativa de Álvaro Obregón se disolvieron los municipios en el Distrito Federal. La Ciudad de México se erigió en la “Ciudad del presidente”. En el reflejo más nítido del centralismo y el abuso del poder en nuestro país.
En 1986, a cuenta gotas inicia un lento proceso hacia nuevas formas de gobierno. Se crea la Asamblea de Representantes del Distrito Federal, que tenía sólo facultades para emitir bandos y reglamentos, y más adelante, se transformó en Asamblea Legislativa y en 1997 tuvo lugar la primera elección de Jefe de Gobierno y en el 2000 la de Jefes Delegacionales. Figuras que se agotaron rápidamente. Sin embargo, la organización y la movilización cívica en la capital de la República fue abriendo de manera sistemática las puertas a la renovación de nuestras formas de gobierno y al ejercicio pleno de los derechos de los habitantes de la capital.
Con la entrada en vigor de nuestra primera Constitución, inicia una nueva era política en nuestra ciudad, que debe traducirse no sólo en un cambio de régimen político sino en la construcción de un espacio que garantice la dignidad y los derechos humanos de sus habitantes.
La Constitución Política de la Ciudad de México debe asumirse como el resultado de un largo proceso de lucha democrática en la ciudad y de muchas generaciones de capitalinos. Aquí nadie tiene las escrituras de nuestra Constitución, es producto de la lucha de la sociedad, de sus personajes, de sus dirigentes, de los hombres y mujeres que le han dado cuerpo a este pacto social que a partir de ayer nos ha de regir.
En este largo tránsito a la democracia, uno de los hechos que marcaron un parte aguas fundamental, fue el Movimiento Estudiantil de 1968, por lo que no deja de ser emblemático, que en el mismo recinto, donde el 1o. de septiembre de 1969, Gustavo Díaz Ordaz fue vitoreado por las fuerzas vivas y su partido hegemónico al asumir la responsabilidad de la brutal represión a los estudiantes de 1968, sea el escenario donde se emitiera la declaratoria de entrada en vigor de la Constitución Política de la Ciudad de México.
Larga vida a la Constitución de la Ciudad de México. (Diputado del Congreso de la Ciudad de México)